Declaración de un vencido de Alejandro Sawa.

Edición de Jean-Claude Mbarga, Ediciones Libertarias/Prodhufi, Madrid, Octubre, 2005
 

Josefa Bauló

(T.I.V.)

 
Alejandro Sawa    Alejandro Sawa, el literato que inspiró a Valle-Inclán su Max Estrella, el inolvidable protagonista de Luces de Bohemia, tuvo en su momento la admiración de algunos de sus contemporáneos pero no el favor del público ni la ayuda de los editores de su tiempo. Cayó en un injusto olvido del que le rescataban unos pocos al referirse a la citada obra de Valle-Inclán, pero no gozó de verdadera buena estrella hasta la aparición en nuestros días de un auténtico especialista en su vida obra y obra. Se trata de Jean-Claude Mbarga, filólogo, semiólogo y catedrático de la Universidad de Yaúnde I (Camerún) y de otras universidades de Europa y África.
    La presente edición de Mbarga, editada a finales del 2005, nos acerca con mano firme y documentada a Declaración de un vencido. El texto, publicado en 1887, es decir, dos años después de la llegada del escritor a Madrid, destaca en la producción de Sawa por su elevadísimo componente autobiográfico. A su llegada a Madrid, el protagonista Carlos Alvarado Rodríguez, fiel estampa del eterno joven artista de provincias, topa de bruces con la más prosaica de las realidades. Se convierte en la perfecta imagen del fracaso, del artista vencido por una sociedad que se hace tan sorda a sus súplicas como la primera mujer de la que se enamora. Ella le aleja de su lado por falta de dinero, ese dinero que no puede ganar porque su talento es incomprendido. El círculo se cierra cuando el único lazo que le salva de sucumbir es el amor sincero de una joven prostituta. El Madrid más bajo le acoge pero su dignidad humana y artística herida no le permite sobrevivir y acaba suicidándose.
    La novela nos presenta un juego doble y hasta triple entre la ficción y la realidad. Para empezar Sawa pone mucho de sí mismo en Carlos Alvarado; además la voz narrativa confiesa que explicará la historia de un amigo pero que lo hará en primera persona, como una declaración del propio amigo; y, rizando el rizo, Carlos Alvarado mismo resumirá la historia de su vida relatándola en tercera persona a la ingenua y abnegada meretriz con la que comparte sus últimos días. En este relato se anticipa la acción del suicidio pero, ya desde el título, el lector no puede sino esperar el peor de los finales.
    Sabemos que Sawa (Sevilla, 1862-Madrid, 1909) no alcanzó la paz eterna a través de su propia mano pero la locura, la miseria y la ceguera se encargaron de procurarle ese fin. Junto a él convivieron Luis Bonafoux, Alberto Lozano, Joaquín Dicenta, Antonio Palomero o Camilo Bargiela y en su talento y figura repararon además de Valle, Rubén Darío, Pío Baroja y Manuel Machado. Iluminaciones en la sombra sea tal vez su obra más conocida pero su pluma fue mucho más prolífica y poco a poco se recuperan títulos como Crimen legal (1886) reeditado por Mbarga en 1999 en la misma editorial (Ediciones Libertarias). A destacar de su producción La mujer de todo el mundo (1885; Madrid, Monte Ávila, 1988), Criadero de curas (1888), Noche (1888), La sima de Igúzquiza (1888) y la citada Iluminaciones en la sombra (1910) editada en 1977 por Iris M. Zavala.
    Para concluir, recomiendo especial atención a las primeras páginas de la novela. En ellas, y de una manera que incluso despista al lector, Alejandro Sawa pormenoriza un punzante análisis socio-político de la historia de España “después de las jornadas épicas de la Guerra de África”. Son reflexiones escritas en un tono propio de la mejor literatura regeneracionista; tono que el autor adopta nuevamente en sucesivos momentos de la novela para abordar temas como el periodismo políticio, la prostitución o la explotación obrera. Entre las páginas 43 y 64 del prólogo a la edición encontramos una acertada valoración por parte de Jean-Claude Mbarga de estos aspectos de la obra que, a mi juicio y a pesar de ser ésta un trasunto biográfico del autor, son más interesantes que la propia historia del joven artista fracasado. Por la ambientación y los personajes de sus obras, tanto como por el talante vital de Sawa estaría más que explicada la cercanía artística de éste con Valle-Inclán; pero a buen seguro, y la lectura de esta obra así me lo confirma, también existen las coincidencias ideológica y temática en cuanto a estos temas sociales, históricos y políticos, con la evidente diferencia de que el talento del escritor gallego supo darles un tratamiento de superior calidad literaria. Me inclino a suponer, pues, que transformarle en el protagonista de su Luces de Bohemia fue, en cierta forma, el pago de una deuda entre artistas.

Otras ediciones de la obra

   Declaración de un vencido, Madrid, Administración de la Academia, Biblioteca del Renacimiento Literario, 1887.
   Declaración de un vencido - Criadero de curas, edición, introducción y notas de Francisco Gutiérrez Carbajo (Biblioteca de Autores Españoles), Madrid, Atlas, 1999, 239 pp.
   Dichiarazione di un vinto (romanzo sociale), a cura di D. Capra, Alessandria, Edizioni dell’Orso, 2001.
 
 
El Pasajero, estío 2006

 
 

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