CARTA AMABLE EN RESPUESTA A UN «USURPADOR»
 




        No sé si malgastar papel y tinta en contestarle. Sobre todo si tenemos en cuenta que ha usurpado usted el espíritu de una de las más hermosas personas que han habitado el planeta. Y cuando escribo espíritu lo hago con todas las letras, porque no sólo ha quebrantado usted su estilo, vilipendiado su pensamiento y usurpado su firma, sino que ha hecho añicos su concepción del mundo, su visión de altura y, cómo no, también ha pulverizado una estética edificada a lo largo de toda una vida. Y lo que es tanto o más grave, con la misma premeditación ha pretendido usted secarnos las neuronas jugándonos al despiste, mezclando en falsa dicotomía los vahos romanticoides de su tinta, su papel, sus perros aullando en el horizonte con el crepúsculo de las ideologías, la ética de los vencedores y la cruzada contra el neoliberalismo.
  Porque catástrofe no hay ninguna, cuando lo que pretenden estos señores de elpasajero es abrir una brecha en el tiempo, romper los límites que se nos imponen y mantener, precisamente, un espacio abierto a la revolución que transgreda las servidumbres a que nos somete la realeza cultural. En elpasajero, mi desconocido impostor, no hay tejados de cristal y vuelve a volar el grito azul de la pipa valleinclaniana: el papel no desaparece, tan sólo se ilumina; la mano es imprescindible; la pluma tiene cien fuentes donde beber y el tintero se alimenta de la sangre de nuestro ímpetu; miles de bibliotecas se unen para formar una nueva Alejandría y millones de lectores se preparan para dejar de habitar el olvido. Elpasajero está cada día y cada noche en casa de quien quiera volar, nos une en una pasión, en un juego que Valle empezó y que quien lee su obra continúa: nos obliga no sólo a participar en su fiesta tabánica y crítica, sino también a recrear una idea de la literatura y de la vida.
  Una contracultura, pues. Eso puede ser internet. Eso es también elpasajero. Una alternativa a la realeza cultural, a los popes, ministros y sabuesos de becas, a los hijosdalgo que ponen riendas al placer de la investigación y que reprimen los intentos de indagar en una obra de la que aún quedan cosas por conocer y descubrir.
    Esté convencido, suplantador metaplasmático de personalidades, de que Valle-Inclán, ya postrado en su diván, ya lanzado a la aventura americana, no rechazaría los vuelos estáticos que esta sencilla herramienta nos ofrece. Ni frunciría el ceño, ni arrugaría su olfato ante este marasmo de ritmos vertiginosos, de palabras en libertad, de movimiento agresivo e insomnio febril, ante este fragmentarismo elíptico de información que permite un nuevo juego de correspondencias nunca azarosas, siempre espontáneas. Que Valle era un navegante es algo que no puede dudarse, que no habrían de bastarle estas sutilezas fin-de-siglo, también. Infatigable explorador fronterizo, llegaría a los extremos sensoriales de las posibilidades del medio y nos recrearía con sus luces sinestésicas: «Y va mi barca por el ancho río / Que divide un confín de otro confín».
    Elpasajero debe mantener vivo ese espíritu transgresor valleinclaniano, debe salvaguardar su visión del mundo, su estética, y qué difícil puede resultar esa pretensión si lo que se recibe queda pulverizado por demagogias vivarevolucionarias como las suyas: ciegas, tendenciosas, manipuladoras y arbitrarias, y que, además, se pretenden valleinclanianas.
    En fin, que Valle ya vuela por el globo es un hecho y que eso le expone más aún a cicateros usurpadores, pues también.
 

                           ¡Que queme la verde yerba de Estambul!
 
 

                                                           Caradeplatas, el octavo pasajero.
 


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