Las sendas del destino: Dos Passos y Valle-Inclán.
Historia de un encuentro literario

Enrique Turpin
(Universidad Autónoma de Barcelona)

La vida es la que da normas al arte de novelar,
y la vida cambia, pero no se agota

Ramón María del Valle-Inclán

    Cuando John Dos Passos todavía firmaba sus primeros escritos1 como J. R. Dos Passos, Jr. sintió cómo el ardor que provoca la necesidad de la vida real se apoderaba de él. Atrás quedaban los años de estudiante en Cambridge, los programas de lecturas y de trabajo escrito, el grupo de los estetas del que poco a poco iba distanciándose junto a su amigo E. E. Cummings. Al parecer, ese calor interno no era producto del sofocante verano que pasó en Virginia rodeado de campos de maíz endurecidos por la sequía; más bien respondía a un anhelo de aventura y para ello nada mejor que palpar sobre el terreno las emociones de la Primera Guerra Mundial. Para saciar sus deseos presentó una solicitud de ingreso en el Socorro Belga de Herbert Hoover que fue rechazada debido a la juventud del escritor en ciernes. Sin embargo, las ganas de dar rienda suelta a su exceso de energía y la idea de servir en el ejército francés hicieron que su padre le propusiera, bajo la promesa de renunciar al alistamiento, un viaje por España para aprender español de la mano de Tomás Navarro Tomás en el Centro de Estudios Históricos2 y asistir a los cursos que pretendidamente le prepararían para ingresar en la escuela de arquitectura3. Como era de esperar, Dos Passos aceptó la propuesta y emprendió viaje a España, donde residiría desde noviembre de 1916 hasta finales del mes de enero de 1917, cuando hubo de volver a Estados Unidos a consecuencia de la repentina muerte de su padre. Será ese el primero de los episodios que fechan el inicio de su reconocida devoción por las tierras y las gentes españolas, cuyo reflejo inmediato retrataría en Rosinante [sic] to the Road Again, que en su primera versión data de agosto de 19174.

    En espera de una vacante en la Residencia de Estudiantes, el joven Dos Passos se establece en la Pensión Boston, junto a la Puerta del Sol en Madrid. Siente de inmediato una fascinación general que empezaba por los serenos con sus linternas y sus largas capas, y culminaba en las cumbres de la Sierra de Guadarrama, donde confesara haber visto en sus regulares excursiones dominicales los crepúsculos más bellos de toda su vida5. Puede que la visión de aquel espectáculo acrecentara sus ansias de aventura pero no así su ya desbordada curiosidad; en este sentido pueden encontrarse anotaciones de viaje como la que sigue:

...las impresiones nuevas se acumulaban tan de prisa que ninguna jornada era lo bastante larga para albergarlas (...). Cuanto leía y veía formaba parte de un mismo decorado. Toledo era la misma que aparece en las Novelas Ejemplares de Cervantes, y las escenas callejeras de la Puerta del Sol eran las que escribió Lope de Vega6.
Durante ese tiempo y gracias a las cartas de recomendación de Juan Riaño, Dos Passos pudo entablar contactos con
...periodistas y gente relacionada con la que empezaba a ser conocida como generación de 1898. A pesar de mi enorme timidez, fui a tomar el té con Juan Ramón Jiménez [recién llegado de Nueva York], que ya entonces parecía sacado de un cuadro de El Greco, y me presentaron al formidable Valle-Inclán de barbas de chivo a las tres de la mañana en un café lleno de corrientes de aire7.
No cabe duda que Valle-Inclán era el amo y señor de la noche madrileña; un español que, como bien ha señalado Francisco Umbral respecto a todos sus compatriotas, «va al café a consumir su exceso vital y su exceso verbal»8.

    En aquellas fechas, noviembre-diciembre de 1916, Valle-Inclán era el foco de atención de varias tertulias madrileñas. Entre las más famosas, era asiduo a la del Gato Negro9 y, por supuesto, a la de su café predilecto del momento, el Café Regina10. Sin embargo, los datos que suministra Dos Passos en Años inolvidables (1966) hacen suponer que su encuentro tuvo lugar en otro establecimiento, uno «lleno de corrientes de aire». Precisamente, por este motivo no podía tratarse del Nuevo Café de Levante, puesto que según varios testimonios, se trataba de un local resguardado y a buen recaudo, como escribiera Ramón Gómez de la Serna11. El autor de las gregerías, en su faceta de cronista y perfecto conocedor de la vida madrileña, añade que los contertulios, «como una escapada a los cafés literarios, se iban a solazar al café y horchatería de Candelas, que estaba en el edificio de La Equitativa, frente a la Escuela de Bellas Artes de San Fernando»12. La Horchatería Candelas era un local con grandes ventanas que fue famoso por ser el primer café con ventiladores colgados del techo. A él se refiere Juan Ramón Jiménez en uno de sus escritos, donde señala que su mobiliario lo formaban «mesas de hierro y mármol, helado, duro, sonoro, incómodo también, calle de Alcalá, casa de Candela tal vez....»13. En el aire queda la fecha de 1916, la conexión Juan Ramón-Dos Passos, las corrientes de aire, los amplios ventanales, los ventiladores, éste último testimonio del poeta de Moguer... Con la evidencia de estos datos y poniéndolos en relación sería lícito suponer que el café del famoso encuentro entre Valle y Dos Passos fuera El Candelas. Sin embargo, no se puede dar una respuesta definitiva que revele exactamente el lugar donde tuvo ocasión el encuentro. Lo cierto es que se conocieron, lo importante quizás sea reseñar la confluencia entre los caminos invisibles de dos destinos distintos con una meta común: la renovación estético-cultural de la literatura hecha hasta ese momento.

    Aunque pudiera parecer gratuito el excesivo interés por el ambiente bohemio donde tuvo lugar el cruce de palabras entre ambos escritores -poco más se sabe-, no lo es en absoluto. Francisco Umbral, quizá uno de los mejores conocedores del espíritu con el que se forjaron las obras de Valle-Inclán, ha señalado su relación con el café como una clave para entender «su radical soledad, su desarraigo, su vivir a cuerpo limpio, en mitad de la calle», que se contrapone a la actitud de unos pocos

...sabios españoles anglosajonizantes, retraídos, que se quedan en la biblioteca tomando notas a la hora en que los verdaderos genios del país están discutiendo de mujeres con el camarero que les sirve el cortado (...) por eso es tan auténtico ese clamor de pueblo que hay en ellos y del que cargaron la munición exquisita de su prosa14.
Es indudable que ese «clamor» se encuentra también en Manhattan Transfer15, cuya arquitectura equilibrada, sobria y limpia ha sido comparada en numerosas ocasiones con los rascacielos de Nueva York. Se ha mencionado anteriormente un aspecto fundamental que no debe pasar por alto: tanto Valle-Inclán como Dos Passos responden desde realidades distintas a un mismo estímulo; éste se concreta en la necesidad de retratar la esencia de una misma época, la nueva época. Su revolución se basa en la renovación de unos plantamientos estéticos que, al no ser capaces de definir el mundo moderno, han quedado obsoletos a esas alturas del siglo. El signo de los tiempos es ahora lo simultáneo, no lo lineal; el caos, no la armonía16.

    Entre las distintas manifestaciones artísticas que permiten dar respuesta a esa simultaneidad aparece el Expresionismo, uno de los hallazgos más importantes de toda la estética moderna (sin olvidar el Cubismo, que también dio cuenta de la simultaneidad y pluralidad de puntos de vista, aunque su campo de acción acabase siendo más limitado). Los nuevos movimientos de vanguardia surgen precisamente para dar respuesta formal al cambio de actitud que vive el primer cuarto de siglo. Así, como la experiencia artística es compartida, es posible encontrar indudables elementos en común entre las literaturas que encarnan autores como Valle-Inclán y Dos Passos. La obra de este último presenta, como ya se ha avanzado, notables similitudes tanto en forma como en contenidos con la del español y la cercanía de sus planteamientos los colocan a ambos como ejes básicos de la evolución de la novelística moderna. Ciertas reflexiones críticas, como las que Francisco Umbral apunta a la obra de Valle-Inclán, pueden aplicarse, sin temor, al análisis de Manhattan Transfer. Umbral señala con acierto que

...para el Valle-Inclán tardío, el mundo es ya un caos, la humanidad es inarmónica. No hay protagonista, porque el escritor no puede poner la fe en ningún hombre, ni siquiera en uno inventado por él (...). Pues bien, Valle será también un narrador de exterioridades, un novelista que no se mete nunca dentro de los personajes, que los describe de fuera a dentro (...) lo auténticamente nuevo es el expresionismo de Valle, su técnica de estampas breves y barajadas,
y añade que esa «técnica de secuencias breves no es una exigencia de la nueva sociedad que reflejar, sino una consecuencia de la coincidencia de simultaneidad que ha nacido en el escritor"17. Evidentemente, se trata de una pura coincidencia entre ambos escritores, sin embargo no cabe duda que todo ello señala la senda por donde discurrirá la novela moderna, muy influida, no debe olviarse, por el arte de nuestro tiempo: el cine, «el arte de la simultaneidad»18, cuyos experimentos de montaje, como los de los directores David Wark Griffith o Sergei Eisenstein, influyeron decisivamente en la obra de Dos Passos. En este sentido, obras tan afines a Manhattan Transfer como The Waste Land de Eliot19, los Cantos de Pound o Tirano Banderas de Valle-Inclán, también dan testimonio de la señalada influencia de la narración disociativa y recombinatoria que define la técnica cinematográfica de aquellos años.

     Paralelamente, este cambio estético plantea a su vez la necesidad de romper con las unidades tradicionales para dejar -avant la lettre- la obra abierta, de tal modo que al escritor que siente el fluir de esa nueva sensibilidad ya no le importa que las historias tengan principio ni final, pues ello significaría falsificar la realidad. Ahora bien, esta «profunda modificación en la óptica del escritor de nuestro siglo»20 que señala Umbral muestra distintas realizaciones formales. Valle-Inclán opta por la creación de un recurso que le permita dar cuenta del período que le ha tocado vivir, esto es, el Esperpento, con predecesores tan ilustres con la novela picaresca o El Quijote de Cervantes21. Dos Passos prefiere, en cambio, la creación de un espacio único como escenario que muestre el mencionado signo de los tiempos, o dicho en otras palabras, la novela sin protagonista único22. No obstante, ambas comparten por entero dos de sus características fundamentales como son, por un lado, el Expresionismo23 (esperpento o visión deformada y caricaturizada del mundo vista desde un plano superior); y por otro, la técnica cinematográfica (simultaneidad, descripciones y punto de vista fílmicos)24. A su vez, se observa cómo impregnan sus obras con la voz del pueblo, de tal forma que se hace imposible no hablar del profundo coloquialismo de su lenguaje. Valle-Inclán, sentado en una de las plazoletas del Retiro donde escribía sus esperpentos, encontró las expresiones que le han caracterizado25. Dos Passos opta por el ambiente y jerga portuarios que adopta en la creación de Manhattan Transfer. En este sentido, su importancia es fundamental; muestra de ello es la reflexión de Cesare Pavese, traductor de Dos Passos al italiano, donde apunta que «para escribir la verdadera historia de la lengua norteamericana vulgar hay que detenerse en nombres como los de Walt Whitman, Mark Twain, O. Henry, Sherwood Anderson y John Dos Passos»26.

    Al igual que La Colmena (1951) de Camilo José Cela, la obra de Dos Passos destaca por yuxtaponer las historias de decenas de personajes y por ser la primera novela en sustituir la duración lineal clásica por la duración múltiple, al lado de los postulados unanimistas de Jules Romains o Le Sursis de Jean Paul Sartre, con lo que consigue así dar cuenta del mencionado efecto de simultaneidad. En esta línea, Darío Villanueva ha señalado la novedad que supone la distribución del relato en secuencias. De tal forma, «mediante una meticulosa labor de montaje que nos recuerda la técnica fílmica, al intercalar breves narraciones de lo que va sucediendo al mismo tiempo a personajes diversos en lugares diferentes, se nos sugiere con eficacia que lo que leemos obligadamente en progresión corresponde en realidad a un mismo instante»27. A todo ello añade que

...de novelas como las de Dos Passos se deduce que el hombre moderno carece de dimensión interior y está inducido al triple determinismo del hambre, el sexo y la clase social, lo que traducido al campo de las nuevas teorías científicas representa la respuesta novelística al conductismo de Skinner y la reflexología de Paulov, el psicoanálisis de Freud y la sociología de Marx.28
Se debe añadir además que Manhattan Transfer rinde cuentas al anarquismo filosófico de su autor, a la insistencia en la libertad individual -muy valleinclanesca, por cierto- como modo de revolución frente a una sociedad cada vez más opresora. De ahí que se pueda hablar, salvando las distancias, de una visión esperpéntica de la obra del escritor norteamericano, escrita mirando el mundo desde un plano superior («de pie en la popa, un grupo de hombres pequeños como soldaditos de plomo»)29, donde los protagonistas se convierten en personajes de sainete, deformados y caricaturizados («ella contemplaba la rosa de sus mejillas, el carmín de sus labios, que son una máscara en su cara (...) y le daba cuerda a una muñeca imaginaria -ella misma- y la colocaba en diversas posturas. De ahí toda una serie de menudos gestos como en un escenario de juguete»)30. Los personajes de Manhattan Transfer son tratados como muñecos -«maniquíes animados» los llama Dos Passos31- al igual que ocurre en Luces de bohemia donde, recordemos, aparece formulada plenamente la teoría del Esperpento32, una variante formal del expresionismo que Valle-Inclán crea sin la intervención de ninguna influencia extranjera, sino -como ya se ha apuntado- «por una natural coincidencia de hombre de su tiempo y de los tiempos venideros con el futuro del arte»33. Del mismo parecer resultaba la postura de un joven Francisco Ayala cuando allá por el año 1929 reseñaba la traducción española de Manhattan Transfer y advertía que
...una mirada notablemente ingenua, limpia de preocupaciones intelectualistas, caracteriza a la más estimable literatura norteamericana de hoy. Es la mirada que corresponde a quienes -por circunstancias- están colocados frente al mundo en una actitud sincera, primaria, y desatienden todo estímulo ajeno a su personal y directa impresión,
a lo que añadía premonitoriamente que «esta disposición radical de su espíritu procura al escritor norteamericano, junto a grave peligro de extravío, caminos inéditos por donde conducir el rebaño de hallazgos del arte nuevo»34. De esa forma, el ancho camino de la tragedia dejaba espacio para el trabajo creativo de dos escritores que el destino se encargó de unir una madrugada madrileña.
 
 

BIBLIOGRAFÍA

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NOTAS

1.Su primer escrito publicado data de 1911 y apareció en el Choate School News, del que Dos Passos era miembro. En 1913, ya como J. R. Dos Passos, ve editada su primera historia, «The Almeh», en el Harvard Monthly (July) y un año más tarde aparece otra de sus narraciones junto a reseñas, un poema y una editorial, ya como editor regular de la publicación y secretario del Monthly. Un mes antes de su viaje a España, en Octubre de 1916, todavía tendría tiempo de publicar su ensayo, «Against American Literature», en el New Republic. Para estos y otros datos cronológicos, véase John H. Wrenn, John Dos Passos, Twayne Publishers, a divison of G.K. Hall & Co., Boston, 1961, pp. 13 y ss.

2. Así lo señala en Años inolvidables, Alianza Editorial, Madrid, 1974, p.43.

3.Ibidem, donde añade: «viviré en la Residence des Estudientes (comoquiera que se deletree) y estudiaré arquitectura y la Biblia como un loco -y también Cervantes y Calderón, Homero y las Geórgicas de Virgilio...», pp.37 y 39.

4. La primera versión de la obra, titulada «Young Spain», aparece en Seven Arts en agosto de 1917. La versión definitiva lleva la fecha de marzo de 1992, a cargo de George H. Doran, New York. La edición española corrió a cargo de la editorial Cénit en 1930 -cito siempre por esta edición-, con un prólogo que el propio Dos Passos escribe ex profeso para esta traducción, donde señala que «quisiera haber dicho algo de los langostinos que se comen a las tres de la mañana en la Puerta del Sol (...), de Valle-Inclán...», p. 4, aunque sí aparecen comentarios a la obra de Baroja, Machado, Maragall, Azorín, Benavente o Unamuno. Vid. el prólogo de Max Dickmann a la edición argentina de la obra (Santiago Rueda, Buenos Aires, 1943), p.xvii.

5. Desbordado por la cortesía española, con verdadera admiración lo confiesa en Años inolvidables, pp.42 y ss.

6.Ibidem, p.45.

7.Ibidem, p.43. No se sabe si fue antes o después de esa presentación cuando Dos Passos oyó, «después de una conferencia en una exposición de escritores vascos», a Valle Inclán, «cuyos ojos echaban llamas bajo hirsutas cejas grises, denunciar con amarga ironía mordaz lo que él llamaba la europeización de España. Lo que ellos llamaban progreso, dijo, era simplemente un remedo del estúpido comercialismo de la moderna Europa. Mejor no educar a las masas que darles una educación que convertía a los sanos labriegos en ladinos mercachifles de papel mascado; mejor una España despierta a la brutal y desalmada guerra comercial de la vida moderna...». Para este episodio, véase Rocinante vuelve al camino, cap.IV.

8. Véase la reveladora semblanza a propósito del creador del esperpento que hace Francisco Umbral en su libro Valle-Inclán, Unión editorial, Madrid, 1968, pp.69-70.

9. La manera de vivir del madrileño de aquellos años, según escribe Dos Passos en Rocinante vuelve al camino (p. 179), consistía en lo siguiente:

A eso de las once o las doce se levantaba uno, tomaba una taza de chocolate espeso, paseaba por la Castellana, bajo los cataños, o entraba unos momentos en el despacho de un teatro. A las dos, a almorzar. A las tres o cosa así, se sentaba uno a tomar café y anís en el «Gato Negro», donde los camareros tienen aire de ministros y no pierden palabra de las discusiones, un tanto lánguidas, sobre arte y letras que matan las horas de la siesta. Luego, cerca de las cinco, se mete uno en una sección de vermut, si hay por caso algún estreno, o a tomar el té en algún sitio del nuevo y afrancesado barrio de Salamanca. La cena se hace alrededor de las nueve; de allí se va uno derechito al teatro para ver cómo marcha la función de noche. A la una culmina el día en la famosa tertulia del «Lisboa», donde todo el mundo se encuentra y arguye y disputa y oye epigramas en las mesas abarrotadas de vasos de café, entre espirales de humo y pitillos.
10. Citado en Años inolvidables, p.22. En el Café Regina se reunen entre otros los izquierdistas Azaña, Bello, Araquistáin, Icaza o Canedo. Cf. Francisco Madrid, La vida altiva de Valle-Inclán, Editorial Poseidón, Buenos Aires, 1943, pp.241 y 325 en relación con la vida en el Ateneo de Madrid.

11. Ramón Gómez de la Serna, Don Ramón María del Valle-Inclán, Espasa-Calpe, Madrid, 1944, p.80.

12.Ibidem, p.76. Cf. F. Umbral, op. cit. p.19.

13. Juan Ramón Jiménez, «Ramón del Valle-Inclán (Castillo de Quema) 1899-1925», en el folletón de El Sol, 26 de enero de 1936. Reimpreso en Hispanic-American Studies (University of Miami), 2 (enero de 1941), pp.108-118. Aquí, dentro de Ramón del Valle-Inclán, col. El escritor y la crítica, ed. Ricardo Doménech, Taurus, Madrid, 1988, p.47. Como señala, a partir de 1925, Juan Ramón jamás volvería a ver a Valle-Inclán de cerca.

14. F. Umbral, op. cit., pp.72-73.

15. Dos Passos, John, Manhattan Transfer, Editorial Cenit, Madrid, 1929. Trad. de José Robles Pazos (las citas de la obra se remiten a esta edición). La última edición hasta la fecha corre a cargo de la editorial Debate, Madrid, 1995, con prólogo de Belén Gopegui y traducción de José Robles Piquer. La edición norteamericana que manejo es la de Houghton Mifflin Co., Boston, 195326, originalmente aparecida el año 1925 en Harper and Brothers, New York.

16. Según juicio de John H. Wrenn, «what Dos Passos has done in Manhattan Transfer is to turn the Well-made novel upside down. Superficially the form is chaotic -a succession of scarcery related or unrelated portraits of dying and dead souls seeking some meaning in existence as they are first sucked in and then whirled around and around, occasionally passing one another, in the whirwind of the mad pursuit of success which is Manhattan». Op. cit., pp.129-130.

17. Francisco Umbral, op. cit., p.123.

18.Ibidem, p.123.

19. Un estudio de la relación entre la obra de Eliot y la de Dos Passos puede encontrarse en «Manhattan Transfer: Dos Passos´s Wasteland» by E. D. Lowry, dentro de Dos Passos. A collection of critical essays, edited by Andrew Hook, Prentice-Hall, Inc., Englewood Cliffs, 1974, pp.53-60. Cf. Gorham Davis, Robert, John Dos Passos, Pamphlets on american writers, n.20, University of Minnesota Press, Minneapolis, 19672, donde apunta una nueva relación, esta vez «the division of chapters into as many as fifteen separate sections -escribe Gorham- recalls the "Wandering Rocks" chapter of Ulysses wich describes eighteen incidents occurring in various parts of Dublin between three and four o´clock on the afternoon...», pp.19-20.

20. Francisco Umbral, op. cit., p.122.

21. Así lo confiesa a Esperanza Velázquez Bringas el 28 de noviembre de 1921. Recogido en Entrevistas, ed. Joaquín del Valle-Inclán, Alianza Editorial, Madrid, 2000, p.126. Cf. pp.232-233, respecto a la relación del autor y sus personajes.

22. En la reciente Las palabras de la tribu, Planeta, Barcelona, 19962, pp.23 y 26, Francisco Umbral vuelve a insistir sobre esta misma cuestión, de igual forma apuntada en su definitiva aproximación Valle-Inclán. Los botines blancos de piqué, Planeta, Barcelona, 1998, pp.21, 42-43. Cf. Entrevistas, donde Valle-Inclán apunta que la tendencia hacia lo colectivo ya podía vislumbrarse en Guerra y paz de Tolstoi, op. cit., pp.193-194.

23. Umbral advierte cómo lo que Valle-Inclán llamó esperpentismo «es la variante española del expresionismo europeo, alemán sobre todo». Op. cit., p.128.

24. De vuelta de México, Valle-Inclán recala en la ciudad de Dos Passos, Nueva York, y concede una entrevista a Cine Mundial en la que manifiesta su opinión sobre el novísimo arte cinematográfico (El Cine, Madrid, 4 de febrero de 1922), recogida en Entrevistas, op. cit., pp.146-149.

25. Con singular maestría, Ramón Gómez de la Serna ha dejado escrito que «en esa plazoleta, donde daba cierta aprensión misteriosa sentarse, Valle escribía sus Esperpentos, poniendo una piedra suelta sobre las cuartillas que iba acabando (...). En aquella plazoleta del Retiro encontraba Valle esas palabras que, como tronío, no están en el diccionario, pero daban un empaque lleno de majeza a lo que iba escribiendo», op. cit., p.147. Por su parte, Juan Ramón Jiménez dijo de él que «era un esteta gráfico de arranque popular inestinguible. Su estilo, su vocabulario no salieron de diccionario alguno, que no los usaba ni aun para corregir sus faltas ortográficas, sino de la calle, el café, el camino, de su propia mina, sus entretelas, sus entrañas», op. cit., p.52. De semejante parecer se declara Francisco Umbral cuando señala que «a la calle, a los argots populares debe él sus últimos y definitivos aciertos de expresión», op. cit., pp.50 y 108.

26. Cesare Pavese, La Literatura Norteamericana y otros ensayos, Ediciones B, Barcelona, 1987, p.57.

27. Prólogo a La colmena, Noguer, Madrid, 198340, p.43. El propio Darío Villanueva sugiere semejantes características en El polen de ideas, PPU, Barcelona, 1991. De igual modo, Juan Rodríguez revela la innovación valleinclaniana que supone Tirano Banderas (Planeta, Barcelona, 1994, pp.20-22) y el ciclo novelesco de El ruedo Ibérico, apuntando su conexión con Les faux mondayeurs (1926) de Gide, Point Counterpoint (1928) de Huxley y, por supuesto, en autores contemporáneos como Camilo José Cela, Gonzalo Suárez, Juan José Millás, Luis Mateo Díez o Eduardo Mendoza.

28.Ibidem, p.37.

29.Manhattan Transfer, p.310.

30.Ibidem, p.396.

31.Ibidem, p.41. Otros ejemplos donde entran en juego las características básicas de la técnica esperpéntica (animalización, cosificación...) aparecen claramente ejemplificadas en otros pasajes de la obra. En particular, véanse las páginas 11, 36, 37, 40, 42, 50, 87, 94, 120, 132, 146, 187, 196, 260, 286, 288, 385 y 426 entre otras.

32. Para una visión global sobre la teoría esperpéntica véase el ya clásico estudio Visión del esperpento, de Rodolfo Cardona y Anthony Zahareas, Castalia, Madrid, 1970, especialmente el primer capítulo y el Apéndice documental, que aporta las declaraciones de Valle-Inclán respecto a su planteamiento estético.

33. Francisco Umbral, op. cit., p.128.

34. Reseña de Francisco Ayala a Manhattan Transfer, de John Dos Passos, Revista de Occidente, XXV, 73, pp.122-124. Cf. Genara Pulido Tirado, «La etapa crítico litararia de Francisco Ayala en la Revista de Occidente (1927-1930)», en Francisco Ayala, teórico y crítico literario. Actas del Simposio celebrado en Granada (noviembre, 1991), ed. Antonio Sánchez Trigueros y Antonio Chicharro Chamorro, Diputación Provincial de Granada, Granada, 1992.