El Ocultismo Finisecular en Valle-Inclán1

Virginia  Milner  Garlitz

Profesora Emérita, Plymouth State University, NH, USA


La lámpara maravillosa    Virginia Milner Garlitz,
              El centro del círculo Las teorías ocultistas que Valle-Inclán proclama como base estética en su obra La lámpara maravillosa2 forman parte de la Tradición Secreta, reintroducida durante el siglo xix, y principios del xx, por la reaparición de ciertas corrientes filosóficas como el espiritismo y la teosofía. Utilizo el término ocultismo finisecular para referirme a este concepto y diferenciarlo de otra corriente ocultista, también importante en la obra del autor gallego, basada en fuentes populares (ver Speratti-Piñero, El ocultismo).


    Según el mago francés Eliphas Lévi (1810-1875), acuñador del término “ocultismo”, este movimiento presenta como principios básicos: la existencia de una analogía y un equilibrio entre el mundo visible y el mundo invisible; estos dos mundos se encuentran interconectados por la luz astral, que facilita todas las operaciones mágicas y que permite al ocultista, tras contactar con ella, percibir la analogía existente y controlar el equilibrio entre los dos mundos. El ocultismo es, por lo tanto, un método que permite trascender del mundo fenomenológico y conseguir el conocimiento y control de la realidad que se encuentra más allá (ver Garlitz, El centro, tesis).

    La luz astral se concibe como un círculo que reúne de nuevo todos los opuestos del universo y se representa normalmente con el símbolo alquímico de la serpiente Uroboros, que se muerde su propia cola. El objetivo del ocultista se describe tradicionalmente como situarse en el centro de la luz astral. Este es el tema principal de LLM; el principio de su estructura, la base de las imágenes del texto y de las ilustraciones de Moya del Pino (ver Garlitz, «Las ilustraciones»), así como la clave para entender conceptos que iluminan no sólo esta obra, sino, como algunos sostenemos, toda la producción literaria de Valle-Inclán (ver Garlitz, El centro libro y tesis). Por este motivo, es importante entender con detenimiento el papel que desempeña el ocultismo finisecular en la obra de Valle.

    En otros trabajos, he investigado distintos aspectos del ocultismo finisecular, como la deuda de Valle-Inclán con algunos de los más importantes ocultistas franceses (ver Garlitz, «L’influence») y su relación con los principales teósofos españoles de la época, Mario Roso de Luna y Rafael Urbano (ver Garlitz, «El concepto»). Sin embargo, en esta ocasión me gustaría sintetizar algunas de mis conclusiones sobre el ocultismo finisecular en España y, especialmente, en Galicia (ver Garlitz, «La conexión gallega» para más información).

    Me centraré primero en 1888. Por aquel entonces, Valle, aún estudiante de la Universidad de Santiago de Compostela, publicó la primera historia que conocemos de él y en la que se muestra su interés por lo oculto y su relación con la literatura. El protagonista de esta historia es Babel, llamado así por la «pepitoria», o guiso de lenguas, que elabora a causa de sus encarnaciones previas. Aunque el tema se trata con un tono satírico, acorde con la revista en la que se publicó: Café con gotas (ver facsímil del Grupo Valle-Inclán), nos encontramos ante el inicio de la conexión entre la lengua y la memoria colectiva, posible mediante la reencarnación, elemento que jugará un papel esencial tanto en LLM como en trabajos posteriores del autor.

    La reencarnación fue uno de los temas que los espiritistas en España tomaron prestado de Alán Kardec (1804-1869), una de las grandes figuras del espiritismo francés (Garlitz, El centro). En 1888, el espiritismo, introducido en España en 1875 (Méndez Bejarano), había resistido el intento de la Restauración de silenciarlo. Además mostró su vitalidad con la celebración del primer congreso internacional sobre espiritismo en Barcelona.

Xifre y
              Montoliu    Ese mismo año, también en Barcelona, otro movimiento ocultista que acabaría por eclipsar al espiritismo empezó a formarse: la teosofía. Francisco de Montoliu y Togores, un joven agrónomo, primogénito de una familia aristocrática barcelonesa, escribió a Helena Blavatsky en 1875 para convertirse en miembro de la rama Isis de la Sociedad Teosófica, que esta había fundado en París3. Mme. Blavatsky, también llamada HPB, puso en contacto a Montoliu con otro barcelonés, José Xifré y Hamel 4, un adinerado banquero, que esta había conocido cuando Xifré estudiaba en la capital francesa.  Montoliu, Xifré y otro estudiante de filosofía oriental, Tomás Doreste, fundaron la Sociedad Teosófica española en 1889 (ver Pomés). Esta sociedad sería la responsable de la gran difusión de las ideas ocultistas en España, gracias principalmente a su Biblioteca Orientalista, establecida en Barcelona, y a la revista que más tarde publicarían, Sophia, con sede en Madrid.

    En 1888, el espiritismo y uno de sus fenómenos más interesantes, el hipnotismo, también llamado magnetismo (animal), constituían el centro de atención (ver Garlitz El centro y Pintar). El 16 de enero del mismo año, el periódico El Imparcial de Madrid publicó un artículo sobre una sesión de hipnotismo en el Palacio Real realizada por el conde Alberto de Das, uno de los más famosos hipnotizadores de la época. El conde impresionó notablemente a la Familia Real cuando, mediante el hipnotismo, consiguió transponer los sentidos de su ayudante, la señorita Mercedes Montero de Espinosa, haciendo de esta forma que le supiera dulce una patata cruda, inhalara amoníaco como si fuera perfume, recibiera descargas eléctricas sin inmutarse e incluso caminara a ciegas a través de un laberinto de muebles.

    Sin embargo, Das, que había sido recibido por la Familia Real en 1888, fue desterrado de España por fraude en 1892. Das repitió su número, siguiendo el mismo patrón, en incontables ocasiones a largo de toda su carrera. Cosechó éxitos en numerosas capitales europeas y luego en EE.UU., donde se relacionó con monarcas y presidentes y fundó incontables centros de magnetismo, todo ello para finalmente acabar huyendo de un lugar a otro con la policía siempre pisándole los talones. Das murió en Mónaco en 1919.

    El artículo que Roso de Luna escribió sobre Das en diciembre de 1921 en la revista teosófica andaluza Hesperia5, titulado «Un émulo de Cagliostro», muy probablemente le suscitó a Valle el recuerdo de tan conocido personaje, ya que don Ramón seguramente se inspiró en él a la hora de crear al Dr. Polaco, un imitador del “Gran Conde Cagliostro", en su novela Tirano Banderas (1923) (ver Garlitz, «La teosofía» y El centro, tesis).

 Manuel Navarro Murillo  
    En Pontevedra, en 1888, Manuel Navarro Murillo, miembro de la Sociedad Espiritista Española, dio un ciclo de cuatro conferencias sobre “Los fenómenos del espiritismo” en la Sociedad del Recreo de Artesanos, la misma en la que Valle, cuatro años más tarde, hablaría sobre ocultismo (ver Garlitz, «La conexión»). Navarro hizo hincapié en el lado más serio del espiritismo. Según él  y algunos "sabios gallegos", a quienes nunca quiso nombrar, el espiritismo constituye el hecho más trascendental de los tiempos modernos por sus consecuencias en el progreso individual y social. A través del «periespíritu», concepto similar a la luz astral de Lévi, los vivos y los muertos pueden comunicarse entre ellos, de manera que los espíritus pueden transmitir a las almas encarnadas las verdades tanto del pasado como del futuro. Este contacto con los espíritus explica los milagros del mundo antiguo y los fenómenos del moderno, que la ciencia materialista ha sido incapaz de llevar a cabo. El espiritismo demuestra la unión esencial de todas las religiones y ofrece una síntesis de religión y ciencia.
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    El espiritismo facilita la clave para entender los misterios del pasado. Por ejemplo, nos permite entender aquello que las civilizaciones antiguas llamaron gnosis o conocimiento secreto. Los artículos sobre espiritismo y gnosticismo publicados por Navarro en las revistas espiritistas La irradiación y El criterio espiritista en 1892, así como su traducción de la obra Histoire de gnosticisme (1828) de Jacques Matter, podrían haber formado parte perfectamente del conocimiento sobre esta religión, originaria del siglo III d.C., que Valle-Inclán incluiría como información general dentro de LLM. En ella, se enseña al poeta peregrino
7 el mito gnóstico de la caída del alma del eterno mundo de la luz, Pleroma, al mundo infernal del tiempo, los sentidos y el egocentrismo, el Kleroma.

Manuel Otero Acevedo    No sabemos a ciencia cierta si Valle asistió a las conferencias de Navarro, aunque de todas formas podría haber asistido a otras en Santiago, ya fueran más serias o teatrales. En la universidad, durante el curso 1888-1889, el Dr. Timoteo Sánchez Freire, profesor de cirugía, advirtió sobre los riesgos de la hipnosis en manos inexpertas. Uno de sus estudiantes, José Manuel Otero, que ya era entonces un experto en hipnosis, estaba preparando en 1888 un libro titulado Los espíritus y asistió al congreso espiritista de Barcelona (Méndez-Bejarano). Allí, según el propio Otero, consiguió convencer al doctor napolitano César Lombroso para que estudiara de forma rigurosa los fenómenos espiritistas, especialmente los manifestados por la médium Eusapia Palladino. El mismo Otero realizó una serie de experimentos con ella en Nápoles, que documentó en dos de sus libros: Los fantasmas (1891) y Lombroso y el espiritismo, publicado en 1895 por la revista espiritista La Irradiación, en la que contribuía de forma regular. Su obra Los fantasmas causó tal sensación en España que incluso se tradujo al alemán y al italiano.

    Fue seguramente en la Universidad de Santiago donde Otero se hizo amigo de un jovencísimo Valle, conocido por aquel entonces como Ramón Simón del Valle. Cuando acabó sus estudios en Santiago y se fue a Madrid para continuar con el doctorado, Otero hizo a Valle partícipe en dos experimentos relacionados con lo que él llamaba «visión a distancia». Provocó un trance hipnótico al médium «S», probablemente Tomás Sánchez Escribano (Garlitz, «La conexión»), y le pidió que fuera a Santiago para que observara lo que su amigo Valle estaba haciendo. Valle confirmó en dos cartas que el médium estaba en lo cierto cuando afirmaba que lo había «visto» saltarse sus habituales clases de esgrima para ir a comer con un amigo y jugar a un juego de cartas en el que, como siempre, perdía. Además, también comentó a Otero que estaba listo para ayudarle con sus «brujerías», ya que, además de divertidas, podían ayudarle a averiguar qué sucedía en cierto "castillo encantado".
 

    Valle también participó en otros experimentos relacionados con un tipo de visión especial, aunque esta vez en Navarra junto a la familia de su amigo carlista Joaquín Argamasilla de la Cerda (1870-1940), padrino de su primogénito, a quién dedicó la edición de 1916 de LLM. En esta obra, la visión a distancia, obtenida a través de la proyección fuera del cuerpo, se convierte en la perspectiva estética, alejada del tiempo, el espacio y los sentidos, que Valle denomina visión estelar o astral y que aplicó a sus obras La media noche y En la luz del día, basadas en su experiencia sobrevolando las trincheras de la Primera Guerra Mundial como corresponsal de El Imparcial en 1916, mismo año en el que publicó LLM (ver Garlitz, «La estética de Valle-Inclán en La Media Noche»).

    En Fantasmas de Valle-Inclán, nuestra principal fuente de información sobre Otero Acevedo, Borobó afirma que Acevedo no sólo se relacionó con muchísimos ocultistas, entre los que se incluye Roso de Luna, sino también con algunos miembros de la generación del 98, especialmente con Pío Baroja. Probablemente, Baroja, por influencia de Otero, escribió en 1899 “Medium”, un relato sobre la fotografía espiritista que Valle incluyó en su obra Cara de Dios, escrita también el mismo año. El especial interés que Otero mostraba por el tema se puede observar claramente en su libro sobre Lombroso y sus artículos en la revista La ilustración española.

    En la versión escrita por Valle, el médium se pone en contacto con dos mujeres y el argumento consistente en la manipulación de un ser por parte de un espíritu maligno, establece un fuerte paralelismo con la posesión demoníaca de Rosarito en otra de las historias de la obra, un pastiche de los trabajos de Valle por aquel entonces (ver E. Lavaud). La idea del médium como punto de enlace con el mundo del bien y del mal es un tema recurrente en la obra de Valle y explica la importancia de las dos figuras femeninas que aparecen en LLM: la madrina, que inicia al joven poeta en el transcendente mundo de la luz, y la costurera ciega que lo pone en contacto con las fuerzas oscuras del mundo natural.

    El 6 de febrero de 1892, Valle ofreció una conferencia sobre ocultismo en el Recreo de Artesanos de Pontevedra. Gracias a la crítica publicada en La Unión Republicana, sabemos que Valle habló sobre los fenómenos del ocultismo desde la antigüedad hasta aquel entonces. Los temas más interesantes que trata en sus trabajos, en el contexto de su obra, son la aparición de fantasmas, la levitación y la proyección fuera del cuerpo, fenómeno que mantiene un estrecho vínculo con los dos anteriores. Durante la charla, Valle habló sobre la aparición del fantasma de Samuel a Pablo y el caso, escrito por Cicerón, del patricio que murió por no hacer caso a los avisos de un espectro. En LLM, un arcángel, y la sombra de un amor fallecido en El Pasajero, salvan al peregrino pasajero del camino del mal (ver Garlitz, «La peregrinación»)

    En cuanto a la levitación y la proyección, Valle pone como ejemplo, además de los casos de Pitágoras, Simón el Mago y Eusapia Palladino, los de Abaris 8 y el licenciado Torralba. La flecha de oro que Apolo regala a Abaris le permite ver el futuro, hacerse invisible y volar. Por otro lado, el licenciado Torralba, estando en Valladolid, se proyecta a los cielos de Roma, desde donde presencia el saqueo de la ciudad eterna. Ambos ejemplos comparten las ideas de proyectarse fuera del cuerpo y de presenciar acontecimientos del pasado, presente e incluso del futuro desde una perspectiva aérea. Encontramos aquí, otra vez, el origen de la visión estelar en LLM.

    Durante la conferencia, Valle también presentó, como explicación a estos fenómenos,  la teoría sobre la radiación o proyección de pensamientos, ideas o inteligencia astral del químico italiano Dal Pozzo. Esta teoría, entre otras ideas y ejemplos que Valle incluyó en su presentación, se puede encontrar en algunos de los escritos de su amigo Otero o en el libro citado por La Unión Republicana: Isis sin velo, una de las obras más influyentes de Mme. Blavatsky. La influencia de Otero es incluso más obvia en el artículo «Psiquismo», que Valle publicó en el diario mejicano El Universal, en agosto de 1892.

    Valle podría haber tomado prestado de la obra Los Fantasmas de Otero los nombres e incluso las citas de importantes figuras de la época (ver Garlitz, El centro, libro y tesis), así como sus famosos debates con espiritistas sobre las causas de los fenómenos psíquicos. Los espiritistas mantenían que todo se debía a las intervenciones de los espíritus mientras que los psíquicos preferían una explicación más científica, relacionada con la existencia de una especie de fuerza psíquica.

    La idea de una fuerza psíquica que permite la comunicación sin palabras mediante una influencia hipnótica constituirá una parte esencial de la idea de lengua o «Milagro musical», que Valle propone en LLM. El milagro de San Bernardo, que reclutó un ejército para las cruzadas convenciendo a gente que no entendía su lengua, y la idea de que la música de la canción revolucionaria francesa «La Carmañola» podría desencadenar la Revolución rusa se basan claramente en lo que Dal Pozzo llamó proyección y que Otero definió detalladamente en su obra Los Fantasmas. El hecho de que Valle se atribuya los experimentos de Otero con Palladino en Nápoles podría ser un ejemplo de asimilación e integración de material.

    Seguramente hubo otras fuentes que despertaron el interés de Valle por el ocultismo finisecular, y que ampliaron su conocimiento sobre el tema, cuando aún vivía en Pontevedra, antes de que se fuera a la Universidad de Santiago. Estas fuentes podrían ser obra de los “sabios” a los que Navarro hace referencia, pero la información encontrada hasta el momento se sitúa mayoritariamente en el periodo en el que Valle volvió de Méjico a Pontevedra. La biblioteca pontevedresa de Muruáis, un importante elemento en su desarrollo literario (ver J.M. Lavaud), solamente tiene una obra relacionada con temas esotéricos, el catálogo del Salon des Rose Croix de 1892 de Péladan.

Javier Pintos
                                    Fonseca    Según Filgueira Valverde9 la biblioteca que realmente sació los intereses ocultistas de Valle-Inclán fue la de Javier Pintos Fonseca, vecino y amigo de la infancia del autor gallego. Pintos, que tenía aproximadamente la misma edad de Valle, compartía con el autor gallego un innato sentido del gusto y una fuerte vena satírica. Sus dos pasiones principales eran el ocultismo y la música, admiraba a Wagner, aunque también idolatraba a Beethoven. Además, también tocaba virtuosamente el armonio, por lo que se convirtió en la principal fuerza motora de la Sociedad Filarmónica de Pontevedra. Fue capaz de combinar sus dos intereses en una edición de la obra Beethoven teósofo de Roso de Luna. En cuanto al tema que nos ocupa, Pintos era un gran lector y su biblioteca contenía una gran cantidad de obras de temática esotérica.

Desafortunadamente, la biblioteca de Pintos no ha llegado hasta nuestros días. Existe, sin embargo, otra biblioteca de otro amigo de Valle, que nos muestra algunos títulos de las obras del momento, la biblioteca de Víctor Said Armesto. A pesar de ser reducida, debido a la prematura muerte de Said a los 45 años, la biblioteca está intacta. Además, gracias a la costumbre de Said de estudiar y comentar prácticamente todo lo que leía, podemos hacernos una idea bastante aproximada de los pensamientos e intereses de la clase intelectual de la época. Valle y Said fueron amigos durante toda la vida y, además, coincidieron en muchas ocasiones, tanto en Pontevedra como en Santiago y Madrid. Es posible, por lo tanto, que de entre los muchos temas que trataron se encontrara el del ocultismo, que Said dividió en tres categorías en su biblioteca: francmasonería, espiritismo y teosofía.

En la sección sobre espiritismo, que incluye, como cabe esperar, las obras de Otero Acevedo, se encuentran seis números de la revista La irradiación de 1894 en los que aparece el pseudónimo de Alfredo Rodríguez de Aldao: Aymerich. Cinco de los seis ejemplares recogen artículos del propio Aymerich, en los que defiende el espiritismo y se muestra en contra de la teosofía moderna, ausente de rigor y de originalidad. Rodríguez de Aldao parece haber sido, además, el primer propietario de los ejemplares de Said de Los fantasmas y Lombroso, ya que ambos están sellados con su nombre y la mención: «Profesor en hipnotismo y magnetismo». 

Rodríguez pertenecía a una importante familia, cuyo escudo de armas se encuentra en el claustro de Santo Domingo, actualmente, parte del Museo de Pontevedra, donde se conserva la biblioteca de Said, que al parecer era su primo. Rodríguez era, además, un miembro muy activo de muchos círculos espiritistas, tanto en Pontevedra, durante el verano, como en Madrid.

Aymerich colaboró con IAN, pseudónimo del Dr. F Bergero, en el Grupo Independiente de Estudios Esotéricos de Madrid, que estaba relacionado con el ocultista parisino Papus, Gérard Encausse, hijo de madre española y padre francés nacido en La Coruña. IAN tradujo la obra de Papus El estado agónico y la evolución póstuma del ser humano (1891), en la que se explica cómo el cuerpo astral puede regresar con la intención de vengarse de un enemigo. Esto ilustra la amenaza que Latino hace a Max Estrella en Luces de Bohemia, diciendo que el cuerpo astral o camarrupa de Blavatsky puede volver para castigarlo por su falta de respeto hacia ella.

Esta vez bajo el pseudónimo de Enediel Shaiah, Rodríguez de Aldao publicó una versión de El libro magno de San Cipriano (1892), una obra a la que Valle hace referencia a menudo, especialmente, por su relación con el descubrimiento de un tesoro escondido
10. Shaiah también escribió El hipnotismo prodigioso, obra que contiene fotografías de marcas realizadas en  arcilla por espíritus, sobre las que Valle hablaría en su conferencia de 1892.

    Rodríguez de Aldao dedicó su obra El hipnotismo prodigioso a Pintos Fonseca, quien aseguraba que Aldao le había convencido para que se hiciese miembro de la Sociedad Teosófica. Parece ser que Rodríguez de Aldao se hizo miembro de la misma sociedad que había refutado en 1894 y guió por los caminos de la teosofía a Said Armesto, poseedor de las principales obras de los más importantes teósofos, así como de algunas de las primeras traducciones al español de algunas obras de Sinnett, Blavatsky (Isis sin velo y La doctrina secreta) y su sucesora Annie Besant.

Alfredo Rodríguez de Aldao era el vínculo entre Pontevedra y Madrid. Era amigo de Manuel Treviño y Villa, secretario nacional de la Sociedad Teosófica Española durante muchos años. Dedicó toda su vida al servicio de esta sociedad y permaneció fiel a ella tras el cisma provocado por Besant al defender que Krishnamurti11 era el nuevo mesías. En la década de 1930, Treviño fue denunciado por su yerno y finalmente ejecutado por las fuerzas franquistas (Pomés). Actualmente, los documentos que le fueron confiscados conforman la Sección Teosófica del Archivo Histórico de Salamanca.

    Probablemente por indicación de Rodríguez de Aldao, Treviño envió una copia a Said Armesto de su traducción: Magia Egipcia (1902), obra escrita originalmente por la ocultista inglesa SSDD12. En el capítulo sobre gnosticismo de la obra, se mantiene una confusión acerca del nombre del dios egipcio Horus, que en ocasiones aparece escrito Horos. La línea divisoria que aparece de nuevo en LLM entre el Pleroma y el Kleroma. En este caso Satanás aparece como prisionero del tiempo que ha creado, por lo que es condenado a vagar eternamente en el «Horus del Pleroma».


Manuel Treviño
                    VillaTreviño puso a Aldao y a Pintos Fonseca en contacto con otro ocultista natural de Pontevedra, Jacobo San Martín Lozano. San Martín se unió a la Sociedad Teosófica en 1902 y publicó diversos artículos en Sophia. Además, junto con Rodríguez Aldao y Pintos Fonseca, fundó una de las ramas de esta sociedad en Pontevedra: «Marco Aurelio», el 16 de Agosto de 1911. Treviño, que por aquel entonces era director de Sophia, les dedicó una gran cantidad de espacio y una foto al nuevo grupo.

En un posible artículo de Rodríguez de Aldao, firmado bajo el pseudónimo de “A”, la descripción de Marco Aurelio revela la tendencia modernista del grupo. Con el objetivo de crear un equilibrio entre la verdad y la belleza del arte y la tradición, el grupo decidió reunirse en el claustro en ruinas de Santo Domingo, junto al arco decorado con el escudo de armas de la familia de Aldao. Según el propio Rodríguez de Aldao, es imposible contemplar esta maravillosa obra gótica sin sentir «esa pura emoción estética que hace perdurar en nuestra mente el recuerdo de tales maravillas, en aquel lugar saturado por las preces de los hombres que en tiempos de profunda fe sentían en sus almas su intenso amor a lo divino». La emoción estética, causada por la contemplación de una obra artística medieval que nos arrastra hacia la corriente magnética de la memoria colectiva, explicaría el éxtasis que vive el poeta peregrino en LLM al contemplar el valle del río Salnés y las vidrieras de la catedral de León.

    En 1912, Valle regresó a Galicia, donde empezó a escribir, probablemente animado por sus amigos de «Marco Aurelio», los ensayos que acabarían conformando LLM en 1916 (ver Garlitz, «La evolución»). El autor gallego podría haber incluso asistido a alguna celebración del “Día del loto blanco”, fiesta en honor a Mme. Blavatsky, en casa del secretario del grupo, Pintos Fonseca, que usualmente aprovechaba la ocasión para presumir de su gran talento artístico. En un artículo para la revista Sofía, Pintos Fonseca explicaba que decoraba la casa con flores primaverales, cubría el suelo con laurel y tocaba música con el armonio con tal de predisponer los sentidos para la meditación. El programa de música y lecturas muestra los gustos modernistas del grupo: Die Lotus Blume (flor de loto) de Schumann, Abenlied de Beethoven y las poesías El pan de Salvador Rueda y Perdónate de Unamuno.

Los miembros de «Marco Aurelio», profundamente disgustados por lo que consideraban fanatismo religioso de Annie Besant, abandonaron masivamente la Sociedad Teosófica durante el cisma de 1913 y fundaron un grupo independiente del que nombraron presidente honorífico a Roso de Luna. El nuevo grupo publicó, además de las obras de Roso de Luna, «La iniciación de Osmay» de Jacobo San Martín. Como en todos sus escritos para Sophia, la historia de San Martín trata sobre el karma. Osmay viaja a la isla de Ceilán, considerada por los teósofos la cuna del conocimiento esotérico, para convertirse en discípulo del anciano maestro Dasa Gama. Allí, Osmay aprende que nada ocurre por azar. El mundo se rige por el principio del karma, según el cual las acciones que llevamos a cabo durante nuestra vida son castigadas o recompensadas al reencarnarnos.

El concepto del karma juega un papel muy importante en la LLM. En la obra, el poeta peregrino se proyecta en el Plano Astral, donde puede contemplar sus vidas pasadas en el espejo de la luz astral. Dado que las vidas pasadas determinan las futuras, el protagonista teme condenarse a un círculo de sufrimiento sin fin al no conseguir centrar su vida en el amor eterno, como Julián El Apóstata. Su karma individual, además, tiene también repercusiones para su pueblo. Si consigue crear una lengua basada en su visión de la auténtica identidad española, en lugar de construir una babel ridícula, como hace el protagonista de la primera historia de Valle, podría lograr la milagrosa armonía de lo viejo y lo nuevo y colocarse en el lugar que le corresponde en el centro de los españoles. Esta es la lámpara del karma que ilumina el verdadero destino de España.

    En el primer esperpento de Valle-Inclán, Luces de Bohemia, la luz astral de la lámpara maravillosa se ve reducida a la tenue y pálida luz de la bohemia, que en lugar de iluminar el ascenso a una idealizada Galicia, ajena al paso del tiempo, ilumina el descenso a los infiernos de un contemporáneo Madrid. En esta obra, el poeta peregrino ciego, Max Estrella, tiene la visión que más asusta al poeta peregrino de LLM. El lugar del poeta en el centro del destino de su pueblo ha sido usurpado por don Filiberto, una versión degenerada de Roso de Luna que, en lugar de controlar el destino, se dedica a dar constancia del próximo círculo de corrupción al que los moradores del infierno se han condenado por sus actos. Esta visión es la misma que tiene también Lupita La Romántica cuando se encuentra en un estado de trance hipnótico provocado por el Dr. Polaco, la versión valleinclaniana del conde Das en la novela Tirano Banderas. A pesar de la palabrería del doctor, Lupita contempla el destino de un mundo en el que la revolución no rompe las cadenas de la tiranía, sino al contrario,  las fortalece poco a poco, de forma incesante, visión que Valle también muestra en su inacabada trilogía Ruedo ibérico.

Cuando la Segunda República parecía ofrecer a España una esperanza renovada, como Dru Douherty nos explica en su obra La Segunda República, Valle ya tenía claro qué papel iba a desempeñar. Podemos identificar algunos de sus temas recurrentes, especialmente, cuando afirma que su conocimiento de la historia de España y su visión como escritor le facultan profeta para la nueva nación. Desde su perspectiva, alejada de la política, pero cercana al alma colectiva del pueblo, puede ayudar a dirigir a España hacia su verdadero destino.

    Podemos concluir, por lo tanto, que las ideas ocultistas presentes en la obra de Valle-Inclán no son solo el reflejo de una moda pasajera, sino que son el fundamento de su estética y la llave que nos permite acceder a su visión personal.

© Virginia Milner Garlitz

(traducción: Gregorio Hernández Clemente)


 
NOTAS

1. El presente artículo es una reelaboración de una conferencia ofrecida en Brown University en 1980 y que formaba parte del ciclo de conferencias de la AATPS (Asociación Estadounidense de Profesores de Español y Portugués). Sin embargo, nunca fue publicado. Su objetivo es recoger los puntos principales de mi libro El centro del círculo y de numerosos artículos sobre la importancia del ocultismo en la obra del autor modernista más notable de España, Ramón María del Valle-Inclán (1866-1936).
2. A partir de ahora, me referiré a La lámpara maravillosa con las siglas LLM.

3. Para profundizar sobre la historia de la teosofía, especialmente, en España y América Latina, ver Pomés, Méndez Bejarano y Olcott.

4. Según Pomés (“Diálogo”), Xifré financió numerosas iniciativas teosóficas en España, entre ellas, la creación de la revista Sophia.

5. Hesperia era la revista de la rama de la Sociedad Teosófica que Roso de Luna fundó en Sevilla (ver Cortijo).

6. Este punto es bastante parecido a los objetivos de la Sociedad Teosófica. Blavatsky puso de subtítulo a su obra La doctrina secreta: Síntesis de religión y ciencia. 

7 Utilizo prestado el término que Carol Maier acuñó en su tesis para referirme a uno de los múltiples interlocutores de LLM.

8. El nombre correcto no es Sabaris, sino Abaris, un detalle del que mi hijo, un gran fan del juego de rol «Dragones y Mazmorras», se dio cuenta cuando tenía nueve años.

9.  Conversación en Pontevedra el 18 de enero de 1989. 

10. Ricardo Baroja comenta los infructuosos esfuerzos de Valle al intentar encontrar un tesoro escondido utilizando las técnicas de Cipriano (Lima, Theater of his Life).

11. Ver la obra escrita por Mary Lutyens y Pupul sobre la vida del joven indio J. Krishnamurti, a quien Besant, líder de la Sociedad Teosófica tras la muerte de Blavatsky en 1891, proclamó que sería el nuevo maestro universal. Además, Besant fundó la Order of the Western Star (Orden de la Estrella de Occidente), que tenía como objetivo preparar al mundo para su llegada.

12. Las siglas SSDD representan el lema «Sapientia Sapenti Dono Data» (la sabiduría es el regalo otorgado a los sabios), que la actriz Florence Farr (1870-1940) adoptó como nombre místico cuando se unió a una orden ocultista británica, Order of the Golden Dawn.



 
BIBLIOGRAFÍA

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El Pasajero, núm. 27, 2013