ESPECIAL DIVINAS PALABRAS

Josefa Bauló
(T.I.V.)

 
 

PALABRAS INTRODUCTORIAS, NO DIVINAS
por Josefa Bauló

    Paradoja de paradojas. Divinas palabras es una de las obras más conocidas de Ramón María del Valle-Inclán y también de las más representadas a pesar de que el propio Valle admitiese que su complejidad hacía necesaria una refundición. Desde su fecha de publicación en 1919, en forma de folletín, y con la fuerza de un potente imán, su argumento ha atraído a diferentes artistas interesados en adaptarla no sólo a las tablas sino también al celuloide y al pentagrama. Divinas palabras es una obra rica en contenidos tanto para quienes la interpretan y descodifican desde un punto de vista artístico, como para los encargados de su estudio crítico y su investigación filológica; para estos últimos en especial creo que la obra pudiera considerarse un compendio de temas, motivos, recursos y hallazgos estéticos de Valle, casi un diccionario de su credo narrativo. Obra de retablo, obra coral, obra pictórica y musical, hay quien a propósito de ella ha comparado a Valle con el Bertold Brecht de Madre coraje. Aborrascada y negra, la obra remite a situaciones medievales, está habitada con imágenes ancestrales muerte, de avaricia y de lujuria... pero formalmente también se sitúa en una verdadera vanguardia expresionista. Un pozo de sugerencias, casi sin fondo.

    El dossier que hoy presentamos a los lectores de El Pasajero no pretende ser un monográfico de artículos o críticas teatrales sobre la obra, sino más bien una colección de documentos y materiales que su recepción ha generado en estos últimos años cuando entre todos, directores de cine, directores de teatro, actores y críticos, músicos y escenógrafos, críticos y públicos de Europa y América, la han puesto en pie de representación. Es importante destacar y aclarar que, en su mayor parte, la información que conforma el dossier se ha recopilado de diferentes sitios y páginas de internet con lo que se persiguen dos objetivos: primero rescatar aquellos textos que se han esfumado de la red al caducar sus páginas y segundo ahorrar al investigador o al curioso muchas horas de navegación puesto que aquí encontrará el material ordenado, desbrozado y contrastado para la utilización que se crea más conveniente. La flexibilidad del medio nos permite ofrecer este material organizado pero abierto a nuevas ampliaciones e incorporaciones, con lo que el dossier seguirá completándose en sucesivos números de El pasajero para lo cual contamos, como siempre, con la colaboración y las críticas de nuestros lectores. Si nada viene a estorbarlo, los apartados que en este número se señalan como en preparación aparecerán con sus correspondientes contenidos en la edición de primavera de 2003.

    El dossier se abre con un apartado dedicado a dar noticia de algunas de las representaciones de Divinas Palabras acontecidas a éste y al otro lado Atlántico, en especial entre 1960 y nuestros días. Obviamente no pretendemos dar cuenta de todas, pero sí de aquellas que destacaron por alguna razón y avanzaron en los modos de representación escénica del texto que en su día fuera adaptado por Cipriano de Rivas Cherif.

    Ordenadas cronológicamente, las adaptaciones y puestas en escena más relevantes se inician con una breve introducción a la historia de este estreno de 1933 .

    El dossier sigue con diversos datos sobre la representación de Jorge Lavelli en París y en Buenos Aires en 1964, muy significativa por ser la inmensa María Casares, gallega e hija de exiliados, la actriz que dio vida a Mari Gaila.

    A continuación, y gracias a la inestimable colaboración del dramaturgo, actor y director escénico mexicano Javier Velázquez, ofrecemos un material inédito sobre la puesta en escena de Divinas que, en dos ocasiones: en 1964 y en 1988, llevó a cabo el director Juan Ibáñez quien, además, la llevó al cine en 1977. Tras un breve resumen que sitúa la figura de Ibáñez, nos adentramos en el testimonio de Velázquez quien alude al primer estreno, muy recordado por el público mexicano pues consiguió el primer premio del Festival de Nancy en 1964, pero, como testigo excepcional, nos informa del segundo estreno en el que trabajó estrechamente con Ibáñez como ayudante de dirección y como intérprete en el papel de Pedro Gailo. Un testimonio de primera mano que los lectores sabrán apreciar, sin duda, y que se completa con material de hemeroteca, textos de Ibáñez y muestras gráficas también cedidas amablemente por Javier Velázquez.

    Recalaremos en otro año y otro escenario de excepción para las Divinas palabras de don Ramón, esta vez a través de las noticias y los textos que nos llegan sobre la Compañía de Nuria Espert, que en la primera edición del prestigioso Festival de Teatro Grec contó con la dirección de Víctor García. Valle-Inclán estrenaba de nuevo en la escena de una recién estrenada democracia española.

    En 1998, Ricardo Iniesta al frente de la sevillana Compañía Atalaya, pone en las tablas la obra y la lleva de gira por buena parte del territorio peninsular con gran éxito de público y crítica que destaca de modo notable el trabajo actoral llevado a cabo. Diversas crónicas aquí recogidas de aquel estreno corroborarán esta afirmación.

    El recuento sigue con la inevitable mención al director José Tamayo quien ha firmado la puesta en escena de la obra en dos ocasiones: 1966 y 1998. A lo largo de su carrera profesional, Tamayo ha relacionado su apellido con el de Valle repetidamente, con resultados que no es el momento de evaluar aunque sí de comentar que este tandem teatral tuvo su causa en una situación, a mi juicio incorrecta e injusta con el resto de directores teatrales, por la cual Tamayo disfrutó, por varios años, de la exclusiva de los derechos de representación otorgada por la familia del escritor gallego. Evocaremos el estreno del 66 a través de una conversación entre el director y su amigo Francisco Umbral publicada en un suplemento cultural y que alude, con la cínica socarronería que caracteriza al periodista, a los problemas de la obra con la censura franquista. También el estreno de 1998 cuenta aquí con un par de reseñas y el fragmento de unas curiosas palabras preliminares aparecidas en el programa un mano de la obra que, tras su estreno en el Teatro Bellas Artes de Madrid, también se representó en el Teatro Calderón de Valladolid dentro de los festejos conmemorativos del 98.

    Nuevamente desde el otro lado del gran charco, y nuevamente desde México, la Compañía Drauco bajo el criterio escénico de dos directoras teatrales: Julieta Hernández y Mayra Mitre lleva a las tablas un Divinas Palabras lleno de energía y juventud. Ocuparán este apartado alguno de los textos más descriptivos del evento pero, en esta ocasión, nos hemos permitido remitir a la página web de la propia compañía en la que se da cuenta por extenso del mismo.

    Y clausurando el apartado teatral, un breve apunte sobre la obra cuando ésta fue dirigida por uno de los más conocidos y prestigiosos directores de cine y teatro de la Europa moderna, Ingmar Bergman, que viene a despejar una duda frecuente sobre si esta puesta en escena fue proyecto o realidad.

    En el cine la obra cuenta con dos únicos exponentes: la versión mexicana ya mencionada de Juan Ibáñez y la más reciente de José Luis García Sánchez y de ambas aportaremos detalles y documentos poco conocidos.

    En el apartado dedicado a la relación de Divinas Palabras con el mundo de la música hablaremos de dos compositores, Krzysztof Penderecki y Antón García Abril , que se acercan desde presupuestos muy diferentes a la obra a la hora de musicarla, y del grupo Milladoiro , autor de la banda sonora de una de las adaptaciones cinematográficas.

    Acabaremos con un pequeño apartado para las delicias de los bibliómanos recordando algunas de las ediciones más raras y curiosas de la obra y otra breve reseña de la bibliografía más importante sobre ella.

    El dossier, como queda dicho, aspira a reunir material relacionado con la trayectoria vital de Divinas palabras como texto artístico sin más adorno que algún apunte aclaratorio o introductorio y algunos juicios de valor, pocos pero inevitables porque, como queda dicho también, estas palabras son humanas y no divinas. En suma recoge opiniones y críticas de aquellos espectáculos o interpretaciones que animaron el texto de Valle-Inclán y, en todos los casos aquí expuestos, la redacción de la revista y la responsable del dossier se congratularían con que los lectores que pudieron presenciarlos nos beneficiaran con sus aportaciones personales. En definitiva, y adoptando un tono de "religioso prestigio", solo queda comentar que sean bienaventurados aquellos escritores y artistas a los que la posteridad no deja descansar tranquilos en sus tumbas, dialogando con ellos más allá del tiempo y los espacios, porque de ellos es el reino de la literatura.

arriba


El Pasajero, invierno 2003


 

Volver al Índice