El pensamiento último de Valle-Inclán. La complejidad de El ruedo ibérico

Diego Martínez Torrón

(Catedrático emérito de la Universidad de Córboba)

                                                                                                                                           

Consideraciones previas
En estas páginas me propongo abordar brevemente el pensamiento del último Valle-Inclán, quizá el más valioso autor de la literatura universal del siglo XX. Desde hace unos años le he venido dedicando diversos estudios 1, especialmente en relación con su obra cumbre, El ruedo ibérico, un magno proyecto que, por desgracia, no pudo concluir.

En 2015 publiqué una amplia monografía, Valle-Inclán y su leyenda. Al hilo de El ruedo ibérico [Martínez Torrón, 2015], donde el lector podrá encontrar un recorrido por la trayectoria vital, artística e ideológica del escritor hasta culminar en El ruedo ibérico, que ocupa buena parte del libro 2. En 2017 di a la estampa en la editorial Cátedra una edición de El ruedo ibérico ‒revisada en 2021‒ [Martínez Torrón, 2017; 2021], y en 2019 vio la luz en la editorial Renacimiento el libro Manuscritos inéditos de “El ruedo ibérico” [Martínez Torrón, 2019], donde, gracias a la generosidad de Joaquín del Valle-Inclán Alsina, pude dar a conocer el contenido manuscrito de las carpetas 32-34 ‒con sus correspondientes subcarpetas‒, conservadas en el Archivo Valle-Inclán Alsina, si bien no se trata de una edición diplomática, dado que mi propósito era más bien divulgativo 3.

Como es sabido, Valle-Inclán fue un verdadero showman, que cultivó hasta extremos la pose ‒como si de un actor de una obra de teatro se tratara‒, con el objetivo –muy bien logrado‒ de evitar el olvido, y hacer que su obra se difundiera, a costa de impedirnos discernir entre lo que había en su persona de Bradomín o Max Estrella, y lo que había de entrañable, sencillo y verdadero, detrás de dicha pose: su realidad como hombre, falseada muchas veces por la crítica admirativa 4. En Valle-Inclán y su leyenda ‒insisto‒, doy cuenta de su fascinante personalidad y de los diversos matices de su ideología.

Con todo, y ciñéndome a lo que deseo plantear aquí, me parece de especial interés tomar como punto de partida «El último artículo» ‒así concluyó Francisco Madrid su biografía valleinclaniana de 1943 [Madrid, 377-387]‒, titulado «Mi rebelión en Barcelona (Nota literaria)», que se publicó en el diario Ahora el 2 de octubre de 1935, aunque apareció previamente en El Liberal de Bilbao unos días antes (el 28 de septiembre).  El texto, una reseña de Mi rebelión en Barcelona (1935), de Manuel Azaña, es importante porque trae a colación la época de Isabel II comparándola con el acoso que vivió Azaña tras ser encarcelado en un barco-prisión de la capital catalana, acusado de estar implicado en la sublevación de Lluís Companys, presidente de la Generalitat, frente al gobierno central el 6 de octubre de 1934. El artículo de Valle me reafirma en la idea de que El ruedo ibérico retrataba a la corte isabelina como una alegoría de sucesos coetáneos a nuestro escritor, los de la Segunda República, en una España convulsa. Ya en otro lugar se había referido al furor ético que desató en España el destronamiento de Isabel II. (Madrid, 1943:118) 5. Según Valle, este episodio de nuestra Historia de España reviste una singular importancia; yo añadiría que también es relevante para explicar los acontecimientos del momento histórico, la Segunda República, que a él le tocaría vivir. En este sentido, me parece importante subrayar, como he estudiado ampliamente en otro lugar, que el tema de fondo de El ruedo ibérico es el de la posibilidad y vigencia de la revolución, algo siempre actual. De ahí el protagonismo colectivo y, cómo no, el empleo de la sátira:

Burlarme, burlarme de todo y de todos… La Verdad, la Justicia son las únicas cosas respetables. Este género de literatura satírica tiene una gran tradición. Brantôme, por ejemplo, y entre nosotros y sobre todos, Quevedo. Muy curiosa y dentro de mi manera es la Crónica burlesca de don Francesillo de Zúñiga, bufón de la corte de Carlos V (…) La literatura satírica es una de las formas de la canción histórica que cae sobre los poderosos que no cumplieron su deber. [Madrid, 1943: 106]

Y luego añade:
El gran protagonista de mi libro es el Ruedo Ibérico. Los demás solo sirven mientras su acción es definidora de un aspecto nacional. La calidad externa del suceso o la anécdota me tienen sin cuidado. Lo que me interesa es su calidad expresiva… La base de mis libros la forman estos elementos: la luz y la acción. [Madrid, 1943: 109] 6.
Sin duda, Valle es un producto humano y artístico específica y claramente español. Este aspecto es muy importante para que comprendamos su obra y su actitud. Y su expresionismo peculiar tiene para mí una fuente claramente nacional en la literatura de Quevedo, influencia que aquí reconoce expresamente7.

***


Es innegable que Valle, hasta que no crea los esperpentos, su Tirano Banderas y, sobre todo, su El ruedo ibérico, no alcanza a encontrar la auténtica dimensión de su genio y originalidad, por mucho que la crítica haya alabado sus páginas modernistas, en las que se limita a diseñar con magistral técnica, es cierto, elementos de la tradición decadentista, con el encanto que siempre despiden sus textos.

Pienso que lo que ocurre es que tanto la izquierda –el republicano Rivas Cherif-, como la derecha –Fernández Almagro en 1943-, intentan asimilar el genio de Valle a su propio terreno. ¿Dónde está entonces Valle? En una postura claramente retrógrada en su juventud, y en un izquierdismo casi anarquista en su madurez, compatible con nostalgias e incoherencias que él mismo atiza en la prensa, a la que siempre utilizó como trampolín y medio de propaganda a través de boutades 8. Pero esta ambivalencia interpretativa sigue en pie hoy día, por ejemplo, si comparamos la visión de de Valle dan Alberca/González [2002] y la de Hormigón [2006-2007]…


Entonces: ¿dónde está en verdad Valle? En sí mismo. Lo he intentado determinar en mis estudios, aunque soy consciente de que un escritor tan reacio a ser catalogado de modo gregario es difícil de encasillar. Pero su obra está ahí… Ahí está El ruedo ibérico con su evidente carga crítica en contra de la monarquía borbónica, y contra el clericalismo, pero también contra el liberalismo democrático y contra los anarquistas y revolucionarios, aunque a estos los respete más. Sus simpatías mal disimuladas hacia el anarquismo, compatibles con una censura de la ingenua, casi religiosa y adánica manera de ver la vida de esta tendencia. Y su interés constante acerca de la viabilidad de la revolución como posible progreso.


En realidad, Valle escribe El ruedo ibérico desde una perspectiva ácida pero humana, desilusionada pero expectante –la revolución que se aguarda, la Niña de la copla que nunca llega…-, y siempre original… Absoluta, totalmente independiente y libre…


Los manuscritos inéditos de El ruedo ibérico


Siempre se ha dicho que Valle tuvo la solemne originalidad de hacer lo contrario que todo el mundo, y ser conservador en su juventud y revolucionario en su vejez. Esto es completamente cierto y le define perfectamente.


Hoy, al menos para mí, el mundo del primer Valle, con sus Sonatas y diversos relatos de índole estética y modernista, es mucho menos valioso que el de su última etapa, a la que por cierto no habría llegado nunca sin el revulsivo expresionista y bárbaro de la segunda época. Su crecimiento como escritor es perfectamente coherente, y abandona así de modo abrupto el esteticismo preciosista de sus primeras obras, en las que es cierto que existen planteamientos de enorme belleza, como en la Sonata de estío ‒con el precioso personaje de la Niña Chole, «bella como una diosa antigua» ‒. Pero Valle crece desde dentro, enriquece su mundo interior, que queda patente en ese maravilloso libro místico, de mística panteísta y laicista, que es la anteriormente mencionada La lámpara maravillosa (1916), que es el canto del cisne de su concepto estético de la literatura y el universo.


El verdadero Valle surge, ciertamente, en los esperpentos. Y, sin embargo, por más que estos constituyan una espléndida colección de textos de indudable progresismo, es en El ruedo ibérico en donde encontramos el auténtico valor artístico y humano de nuestro autor. Esta obra singular supera ampliamente los textos de Joyce y Proust a los que de modo injusto se le ha comparado y subordinado.


El ruedo ibérico es la obra cumbre de la narrativa universal del siglo XX, y así he procurado demostrarlo, elucidando los diversos recursos artísticos e ideológicos que hacen de esta obra inacabada un perfecto mecanismo de precisión, como si fuera el de un reloj suizo de la época. La «matemática perfecta» a que se refirió en Luces de bohemia, que es un concepto más relevante, en la escena del Callejón del Gato, que el del espejo cóncavo, aunque ambos conceptos sean complementarios.
   

Y ahora llegamos finalmente a la conclusión de todo, ante los valiosos Manuscritos inéditos de “El ruedo ibérico” que edité, con el añadido de imágenes de muchos curiosos facsímiles, en la editorial Renacimiento.

  

Tal vez Valle no fue capaz de publicarlos en vida quizás por miedo a la deriva política que iba tomando el país en los meses previos a la Guerra Civil de 1936. Porque en El ruedo ibérico se puede encontrar un paralelismo, que enlazaría los sucesos de la revolución de 1868 con la Segunda República que él estaba viviendo.


Valle critica en El ruedo ibérico a todas las facciones sociales e ideológicas, pero en el tercer libro inacabado, Baza de espadas, los anarquistas, y no todos, sino Bakunin y Fermín Salvochea, son los únicos que se salvan de su visión cáustica, a la vez que humana disolvente.

En estos Manuscritos inéditos destaca el personaje de Don Fermín Salvochea, federalista y anarquista, que vivió entre 1842 y 1907, llegando a ser alcalde de Cádiz, donde nació y murió, y llegó a presidir el cantón de esta ciudad durante la Primera República. Fermín no parece el héroe joven de esa parte final de la serie, sino que aquí se le retrata como El Maestro, con tendencias claramente revolucionarias y anarquistas.


Valle parece querer cerrar, en estos emocionantes textos, lo que la vida no le iba a dejar escribir de modo más cincelado; por eso son importantes, aunque a veces carezcan del estilo, lleno de fuerza, de los capítulos previos de El ruedo ibérico. Como si el escritor estuviera ya enfermo cuando redactó y corrigió estos textos, incapaz de ofrecer la intensidad vibrante de antes, pero recogiendo las imágenes y escenas que tiene en la cabeza, perfilando con un estilo sencillo el rico universo literario que antes había dibujado. La crítica social es evidente. Hay hasta una censura valiente y clara
al sistema judicial, que dibuja corrompido por el dinero y poder de las clases dirigentes. Fue laborioso y duro abandonar esa España corrupta de las oligarquías y caciques que criticara antes Joaquín Costa en su libro Oligarquía y caciquismo como la forma actual de gobierno en España: Urgencia y modo de cambiarla (1901).


A destacar la gran humanidad en los diálogos de la Sofi, personaje que se agranda en la mente del escritor. Por ejemplo, es magistral el diálogo de la vieja lechuzona y la Sofi, con el tema al fondo de la prostitución y el mundo del espectáculo… En los textos previos de la serie no se dan diálogos tan sostenidos entre los personajes, que aquí parecen actores de teatro, de una obra viva y verídica. Aunque en esa parte previa hay un tremendo trabajo de narrador, que, en los Manuscritos, a tenor de la edad y de la enfermedad, era ya incapaz de hacer. Pero esos Manuscritos poseen el valor de una visión inmediata y directa de lo que está novelando, aunque cincele menos los textos por los motivos mencionados. Tienen gran interés por su autenticidad.

En ese diálogo se refiere la Sofi a «¡la cochina política!». Valle no cree ni siquiera en la política que hacen los conspiradores revolucionarios y anarquistas. Y censura, a través de la Sofi, que pongan sus ideales por encima del sentimiento del amor: estamos ante unos textos de sumo interés para descubrir el verdadero pensamiento y sentir de Valle.


Lo curioso, como señalo en las notas de la edición, es que el archivo 32.09 se interrumpe justamente cuando se entra en la parte medular del tema: la corrupción de la justicia, y la actitud que debía deducirse por parte del anarquista Fermín Salvochea y del forense, al que el juzgado presiona para que dictamine rápido y falsamente la causa de la muerte del guardia… ¿Casualidad? No lo sé. Una pena. Nunca sabremos qué tenía Valle-Inclán en la cabeza en este sentido, pero me sigue pareciendo que el tema del anarquismo en nuestro autor es un aspecto verdaderamente nuclear, y debe ser muy tenido en cuenta.


La crítica, enredada a veces en tópicos sobre el esperpento, no ha visto que en El ruedo ibérico y en sus prolongaciones aledañas está el mejor Valle, motivo por el que hasta la mía no se había hecho una edición filológica. de la serie, quizás también por su dificultad, de la que doy fe 9. Lo mismo en lo relativo a La lámpara maravillosa.


El universo de personajes que puebla la obra de Valle es de singular belleza, a la vez que de verdad impactante. Así aparecen personajes de El ruedo ibérico, como la Sofi, Fermín Salvochea, Indalecio Meruéndano, Teolindo Soto, Don Joselito, Don Segis, el Pollo de los Brillantes, el guardia Carballo y su hija, Garabato, Macaria, Feliche, Bradomín, la Marquesa de Torre-Mellada, el zapatero Simón… etc.


Estos Manuscritos conectan, de un modo diferente e inédito, el universo de los inicios de La corte de los milagros con el de Baza de espadas, cerrando sobre sí mismo en círculo. Los de la carpeta 32.09 nos ofrecen otra visión de lo que tratara en El trueno dorado. Mientras que los archivos últimos reescriben y prolongan a Viva mi dueño.


Señalé que es como si el estilo de Valle en El ruedo ibérico fuera creciendo en cada una de las tres entregas, siendo la última, Baza de espadas, la más perfecta. Y entonces, desde esta perspectiva final, enlaza con la primera novela de la serie, La corte de los milagros, ahora con un sentir aún mucho más crítico, y con un estilo más moderno. Por eso, la anécdota de la defenestración del guardia se convierte, en El trueno dorado y en estos Manuscritos, en un tremendo alegato sobre la desigualdad de clases, que recupera el tema de La corte de los milagros.


En la carpeta 33.03 hay una curiosa diferencia respecto a las anteriores. Allí, en el diálogo de colegas y amigos, entre el anarquista don Fermín Salvochea y el forense que va a dictaminar la muerte del guardia defenestrado, este se queja de la situación de «bajo politiqueo» de la España de 1868, y señala a «la prensa, amordazada o vendida». La importancia de la prensa como único reducto para contener a la oligarquía caciquil de la época y posteriores. Importancia que sigue viva en nuestro siglo XXI.


Resulta muy curioso en estos Manuscritos, que el personaje real, muy interesante, de Fermín Salvochea, queda mucho más perfilado que en Baza de espadas, donde protagoniza la escena central de «Alta mar», que es de lo mejor de la serie, también con la Sofi como protagonista.


Todos los personajes de El ruedo ibérico encajan aquí: el guardia defenestrado en el primer volumen, La corte de los milagros, es el padre de la Sofi. Indalecio, que aparece en Baza de espadas como su coime, va a ser encausado por la muerte del guardia. Fermín es definido en su carácter marginal y anarquista, sabiendo que de él se enamoró antes la Sofi, y ayuda a los vecinos del guardia. Y luego el marqués de Bradomín ‒guiño a las Sonatas…‒ tiene un nuevo amor: una aristócrata progresista, Feliche, que es la hermana de Adolfito. Y este persigue a la Sofi para que baile desnuda ante sus amigos. El periodista reflexiona sobre su labor ingrata. El zapatero toma conciencia de clase, después de servir a la realeza... Y qué mejor modo de acabar estos textos que con una escena en la plaza de toros, símbolo de España, como antes en el título de la serie...

Es así como todo el universo de personajes de esta serie admirable que es El ruedo ibérico cobra sentido desde la perspectiva de estos Manuscritos. De ahí su importancia.


A la vez, Valle parece encontrarse aquí ya sin fuerzas, y en lugar de aportar nueva documentación histórica, que era lo que requería más trabajo, utiliza para la parte his­tórica capítulos previamente publicados; y en los inédi­tos se centra en la intrahistoria que está ubicada bajo esa gran historia política: la intrahistoria unamuniana, con toda su carga de pensamiento, en la proximidad de lo cotidiano.

Además, en estos textos podemos recomponer la in­tención originaria de Valle de reescribir su serie, de un modo social e ideológicamente más impactante. Todo un ejercicio de crítica social, para la que utiliza un admirable y estético andamiaje literario. En fin, aquí se nos hace nítidamente comprensible el universo literario que ha ido creando antes en la serie.

Lo importante es que en estos Manuscritos nos encontramos, nada más y nada menos, con el auténtico testamento literario de Valle-Inclán como es­critor. Todo cobra así sentido en estos bellísimos, profundos e intensos Manuscritos inéditos. Y las simpatías de Valle por el anarquismo, patentes también en Luces de bohemia, se hacen evidentes.


Solo quiero remitir a este libro que, pese a haber sido ampliamente difundido por la prensa nacional y revistas especializadas, no podemos olvidar, porque define el pensamiento del último Valle.

Y en la reproducción de los autógrafos editados, comprendemos el taller de escritura del autor, el modo cómo trabajaba, con pequeñas cuartillas plagadas de faltas de ortografía, cuyos errores van mucho más allá de los meros usos diferentes de ortografía de la época. Como si a Valle en este momento último de su vida solo le importara el contenido de su literatura y no su forma…


Anarquismo y Literatura


En mi libro en prensa El viejo librero, digo:

Leo un detallado libro sobre los meses anteriores a la guerra civil español. Allí se documenta detenidamente el estado de disolución social, violencia y desórdenes en que se encontraba nuestro país, totalmente ingobernable, en esa época luego mitificada. La violencia institucionalizada. (Los diputados asistían armados a las cortes, he leído en otro sitio). Pienso que la clave de la situación se encontraba en la enorme desigualdad social y pobreza, de la que dio antes testimonio el artículo de Azorín. Y sobre todo la magna obra de Valle-Inclán El ruedo ibérico, en donde hay una visión paralela implícita entre los sucesos de la revolución de septiembre de 1868 y lo que el propio Valle vivía en la Segunda República. Creo que esa enorme pobreza, provocada por la insaciable avaricia del capitalismo español de la época, con sus feudos y oligarquías, fue la base de los terribles sucesos de la época. El sistema capitalista ofrece felicidad al pueblo, si está correctamente encauzado, pero si llega a excesos de opresión y desigualdad, salta todo por los aires. Debemos todavía en nuestro mundo, gobernado por los mercados, aprender esta lección.

Me parece evidente que en la época en que Valle escribe había un universal sentimiento de simpatía hacia el anarquismo, fruto de la disolución social y política del momento, y que obviaba la Mano Negra y otros aspectos terribles de dicho movimiento anarquista. Esa simpatía por el anarquismo era una consecuencia y reacción frente a la oligarquía y caciquismo que corrompía las instituciones.


En El alma de los libros recojo el testimonio de Clara Campoamor, en su libro de 1944, sobre el anarquismo de la época. Y esta autora no era precisamente derechista, pues fue quien consiguió el voto universal para la mujer. Así escribí:


Leo el libro de Clara Campoamor, nada sospechosa de reaccionarismo, La revolución española vista por una republicana.. Un testimonio valiosísimo de la época de la República y los motivos para la sublevación franquista. Campoamor muestra una España radicalizada, con más de dos millones de miembros que pagaban la cuota de la CNT y la FAI, de tendencias anarquistas [Campoamor: 135 y n.17). .Con un reducidísimo cupo de votantes en las urnas. Y, curiosamente ‒y esto no se dice hoy‒ con muy pocos miembros en el partido de Azaña (4.200 miembros) [Campoamor: 134], y los socialistas con solo 5.000 afiliados en Madrid…, socialistas que además, según recoge Campoamor, se oponían al derecho de voto de la mujer… He leído recientemente que ello se debió a una estrategia, por cuanto el voto femenino de la época era conservador…

Clara Campoamor, escribiendo en París, en noviembre de 1936, relata las atrocidades cometidas por los milicianos, su violenta represión en el Madrid republicano, los fusilamientos en masa en la Casa de Campo… Naturalmente que los desmanes cometidos más tarde por el ejército franquista no estaban justificados, pero parece claro que no fueron los únicos en cometerlos. Y ahí están los sucesos citados de Casas Viejas en 1933, la represión por Alejandro Lerroux de la llamada Revolución socialista en Asturias en 1934, o los sucesos de Badajoz, ya durante la guerra.  Clara Campoamor es tajante y culpa a la República del estallido de la guerra, por haber armado al pueblo cuando se produce la sublevación franquista [Campoamor: 133-136]. Señala que el asesinato de Calvo Sotelo ‒añado que también el fusilamiento de José Antonio‒ generó una espiral de violencia y venganzas.

            Pienso que para comprender un momento histórico no solo hay que acudir a los historiadores versados, y a la prensa ‒teniendo en cuenta el signo que caracteriza a cada fuente‒, sino también a los testigos de ese momento, de los que dan testimonio veraz de lo sucedido. Curioso este libro atípico, frente a la versión oficial que luego ha prevalecido… [Martínez Torrón, 2024: 371-372]


Por todo ello podemos, en conclusión, comprobar la enorme incidencia social del anarquismo en la época del último Valle, que se hace eco de este hecho. Todo ello se bebía en el mundo de la noche, en las tertulias de los cafés, en las redacciones de los periódicos. 

Y sin embargo el pensamiento político del último Valle se nos presenta con toda autenticidad ideológica, y con una visión abierta y original de la situación, sin que podamos encasillarlo ideológicamente.

Probablemente porque Valle fue tan original, genial, independiente, individualista y libre que ni siquiera encajó totalmente con las tendencias anarquistas que salpican sus últimas obras, las más profundas y valiosas…



© Diego Martínez Torrón
mayo 2025




BIBLIOGRAFÍA

ALBERCA, Manuel y GONZÁLEZ, Cristóbal [2002]: Valle-Inclán. La fiebre del estilo, Madrid, Espasa.


CAMPOAMOR, Clara. [2018]: La revolución española vista por una republicana, edición de Luis Español Bouché, Sevilla, Renacimiento, 2018 (Espuela de Plata, 2).

 

FERNÁNDEZ ALMAGRO, Melchor [1943]: Vida y literatura de Valle-Inclán, Madrid, Editora Nacional.

 

GÓMEZ DE LA SERNA, Ramón [1944]: Don Ramón María del Valle-Inclán, Buenos Aires, Espasa-Calpe.

 

HORMIGÓN, Juan Antonio [2006-2007]: Valle-Inclán. Biografía cronológica y epistolario, Madrid, Publicaciones de la Asociación de Directores de Teatro, 4 volúmenes.


MADRID, Francisco [1943]: La vida altiva de Valle-Inclán, Buenos Aires, Poseidón.


_________________ [2024]: La vida altiva de Valle-Inclán. Edición del Taller de Investigaciones Valleinclanianas. Coordinación de M. Carme Alerm y Jesús M. Monge, Sevilla, Renacimiento (Biblioteca del Exilio, 65).


MARTÍNEZ TORRÓN, Diego [2015]:
Valle-Inclán y su leyenda. Al hilo de “El ruedo ibérico”, Granada, Comares (Interlingua, 142).

Disponible también en: https://www.cervantesvirtual.com/obra/valle-inclan-y-su-leyenda-al-hilo-de-el-ruedo-iberico-1052314/


_________________ [2019]: Ramón del Valle-Inclán, Manuscritos inéditos de “El ruedo ibérico”. Edición de Diego Martínez Torrón, Sevilla, Renacimiento (Los cuatro vientos, 154).


_________________ [2024]: El alma de los libros. La literatura como refugio, Córdoba, Berenice.


REY, Fernando del y ÁLVAREZ TARDÍO, Manuel [2024]: Fuego cruzado. La primavera de 1936, Barcelona, Galaxia Gutenberg.


VALLE-INCLÁN, Ramón [2017]:  El ruedo ibérico. Edición de Diego Martínez Torrón, Madrid, Cátedra (Letras Hispánicas, 772).


_________________[2021]:  El ruedo ibérico. Edición de Diego Martínez Torrón, Madrid, Cátedra (Letras Hispánicas, 772). [Segunda edición ampliada]


_________________[2024]: La lámpara maravillosa. Edición, introducción y notas de Diego Martínez Torrón, Madrid, Castalia (Clásicos Castalia, 340).


 

NOTAS


1  El más reciente es una edición de La lámpara maravillosa, publicada en Castalia a finales de 2024.

2. Desde 2021, esta monografía se encuentra, como la mayor parte de mi obra de creación e investigación, en acceso libre en el portal a mi nombre de la web del Cervantes Virtual.

3. Quisiera destacar que en los procelosos momentos culturales que vivimos, con la pérdida de la verdadera cultura, hay que apoyar a editoriales como la sevillana Renacimiento, que es de los pocos sellos que se mantienen en pie en la defensa de las verdaderas letras de nuestro país, amenazadas por los nuevos modos tecnológicos y la falta de educación en la auténtica cultura en parte de las generaciones jóvenes. Remito a mi obra El alma de los libros. La literatura como refugio (2024) para quien desee ampliar estas ideas.

4. En las primeras páginas de la Segunda Parte de Valle-Inclán y su leyenda [Martínez Torrón, 2015: 32-39] me referí a las biografías más tempranas de Valle-Inclán: La vida altiva de Valle-Inclán, de Francisco Madrid (Buenos Aires, Poseidón, 1943); Vida y literatura de Ramón del Valle-Inclán (Madrid, Editora Nacional, 1943; reeditada y ampliada en 1966) y Don Ramón del Valle-Inclán, de Ramón Gómez de la Serna (Buenos Aires, Espasa-Calpe, 1944). Esta última cuenta con una primera versión, más breve, publicada en Buenos Aires en 1941, dentro de la colección Retratos contemporáneos (Sudamericana, 1941). En el resto del capítulo analicé otras biografías posteriores al hilo del devenir vital del escritor [39-95]. Por limitaciones de espacio, en el presente artículo solo mencionaré algunas a vuelapluma.

5. Esta afirmación proviene de una conferencia pronunciada en el Casino de Madrid, publicada en el diario El Sol el 3 de marzo de 1932: «Capacidad del español para la literatura», según se documenta en la reciente reedición de La vida altiva de Valle-Inclán [Madrid, 2024: 156 n. 253].

6. Estas frases están extraídas de una entrevista de Paulino Masip publicada en la revista Estampa el 27 de noviembre de 1928 [Madrid, 2024: 144-145 y n. 231].

7. A modo de curiosidad, señalaré que el 1 de septiembre de 1936, en Diario de Navarra, Pío Baroja publicó un artículo en contra de la República y a favor del franquismo, donde se habla al final del «comunismo de Valle-Inclán, que fue carlista». Este artículo, por cierto, puso en una difícil situación a los herederos del escritor [Hormigón, II: 983-984].

8. Todo esto me recuerda lo que ocurrió con el poeta romántico, revolucionario donde los haya, José de Espronceda. Remito a mi edición de las Obras completas de José de Espronceda, Madrid, Cátedra, 2006 (Bibliotheca Aurea). Y también a El otro Espronceda, Sevilla, Alfar, 2016 (Alfar Universidad, 215), donde analizo la vinculación de Espronceda con la prensa progresista y republicana en su última época, que no había sido estudiada, lo que desmonta las tesis conservadoras de Cortón y Cascales –crítico interesante no obstante este último‒. Pero además yo recuerdo cómo en la editorial madrileña Aguilar se publicaron en 1959 en pequeño libro en edición de lujo las Obras poéticas completas del autor romántico, con un estudio preliminar sin firma, lo que atestigua el interés del franquismo por asimilar al poeta. El mismo texto se reedita en la misma condición y planchas en 1972 en 5ª edición, pero allí ya Juan José Domenchina se atreve a firmar la introducción, cuando el franquismo camina hacia su declive final… Los años 70 en la España cultural fueron verdaderamente importantes, y en general constituyen quizás la etapa de mayor felicidad de las sociedades occidentales en todo el mundo. Ver para ello mi novela Éxito, prólogo de José María Merino, Sevilla, Ed. Alfar, 2013, que, como el libro esproncediano antes citado, se encuentra en abierto en cervantesvirtual. 

9. Tal como indiqué en su momento, «la edición de El ruedo ibérico que presento no es una edición crítica, que superaría los objetivos de divulgación de la colección en que se publica, Y, sin embargo, he intentado poner las bases para que alguien la realice, porque haría falta». [Valle-Inclán, 2017: 28].     



                                                                                                                                                                                                 El Pasajero, núm. 33, 2025.